La arena fue alfombra del cielo,
Sobre ella mis pies hicieron duelo,
Caminé vagabundo y adicto al silencio,
Fumé ideales y el humo me hizo utópico.
Por la playa caminé, dejé mi traje negro,
Me despedí del realismo, sonreí cuan solsticio,
Iluminando mi sendero, avivando lo muerto,
Dándole muerte a lo muerto, resucitando lo bello…
Lo grandioso de dejarse llevar por el efecto,
Del silencio decorado por el sonido del mar,
Y caminar, sencillamente caminar por la playa,
Limpiando la mente y el alma con la arena,
Y pensar en ti, allí, tranquilo, sereno, vagabundo.
Caminé, con la arena me bautice,
En una religión que honra a su Dios,
Al hacer el amor con la mujer amada,
Caminé, y sucumbí ante lo sublime,
De ver el sol y sentirte acariciándome,
A través de su calor, sentido por mi piel.
Sucumbí ante lo irreal de ver al mar,
Unido con el cielo en el horizonte,
Y verte, en silencio siendo el sol,
Siendo punto de unión hermoso,
Entre lo celestial y lo terrenal,
Caminé, enamorado del amor,
Que mañana otra vez aspiro,
Me lleve a caminar con igual encanto.
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