Para encontrarte al anochecer, mujer,
Mi cadera cabalga sobre tu bosque,
Los pasos de la bestia son imponentes,
Con fuerza domestico lo ferviente, y…
Eres ausente como el frio de la noche,
Te pierdes entre suplicas, peticiones,
Gritas, gimes, deseas que no me marche.
Para encontrarte he decidido perderte,
Perderme contigo en una lucha candente,
Sentir tus garras contra mi espalda desnuda,
Mi boca devorando tus curvas con furia,
Escuchar tus gemidos cómplices de los míos,
Ensuciarnos con el otro y gritar con gusto,
Mecernos en las sabanas, al suelo caer,
Y seguir, sencillamente seguir sin perder,
El ritmo del vaivén, del uno con el otro.
Con el sudor de tu cuerpo, cubro el deseo,
Con tu olor a mujer excitada, me embriago,
Beso con amor tus hombros, espalda, cuello,
Con deseo acaricio tus senos con mis labios,
Mi cuerpo te posee sin descanso ni rendición,
En la lucha adictiva por ascender por explosión,
A la más sublime percepción de bendición:
Amar y sentirse amado, más allá del esfuerzo,
En una guerra más allá de los cuerpos.
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