Mis ojos negros ya gastados no encuentran,
La nieve blanca de invierno, pero aún me quema,
La primavera deja el rastro de un caminar sin compás,
Se ha marchado en silencio dando la espalda,
El frio del silencio abriga el brillo de la mañana;
La lúgubre soledad con sus dedos sucios de vida,
Impregna la calma y envenena el pensar con ansiedad.
Busco tus labios desnudos de vergüenza,
Busco el sonido de tu vida llorada por alabanzas,
Silencio, ¡frio silencio macabro y desesperante!,
Solo silencio encuentro, ¡quiero callarlo!... es desquiciante,
Alardea de su omnipotencia alimentada por mi tristeza,
Lo asesinaré, sencillamente romperé el silencio en dos,
Entre mis manos con furia irracional le daré muerte
Y gritaré, con la necesidad de abrir el cielo con mi voz,
Tu nombre entre las nubes será oído con desespero,
Mi corazón dejará de callar y silencio destrozaré.
Los latidos de mi corazón ahorcarán el silencio,
Te buscaré de madrugada, cuando la luna me de refugio,
Por las calles llenas de ambiciones vacías de oportunidad,
Seré realista y caminaré con paso firme a tu puerta,
El silencio exorcizaré, vendrá la primavera y jugarás
Con la nieve que antes me quemaba, me abrigarás,
Juntos enterraremos el silencio bajo las sabanas,
Será un sepelio caluroso, parecerá verano y estarás…
Alegre de haber por fin retado al silencio, y murmurarás:
Era desesperante, estaba dispuesta a fusilarlo sin compasión,
Cuando entraste a mi vida, y me di cuenta que no dejarías,
Que el silencio me enloqueciera tal como contigo hacía.
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