Dijeron las voces del tiempo:
Un hombre ha cogido su saco,
Bajo el brazo llevaba recuerdos,
En sus bolcillos un par de besos,
En el alma… la imagen de un desnudo.
Callaron los vientos de primavera,
Haciendo un minuto de silencio,
Por los pasos, que nunca volverán;
Callaron, sorprendidos por lo incierto,
De aquel caminante, de pasos marchitos.
Era un hombre memorable y amante,
De bellezas inocentes, de almas inflamables,
Era un caminante, un soñador empedernido,
Cubierto de misterios, imposibles de prever.
Llevaba… dice el tiempo,
En sus bolsillos un par de besos,
Y bajo el brazo recuerdos, quizás inolvidables;
Caminaba y hacia callar los vientos de primavera,
Su saco era de paño negro, igual que sus ojos,
Testigos de un desnudo,
Que ahora llevaba en el alma.
Frente al destino era un hombre incierto,
Memorable, frente a tu puerta.
Comenta el viento al tiempo:
-Dicen que era un hombre amante-
Y el viento, entonces, desolado:
Hizo un minuto de silencio;
Aquel caminante dejaría marchitar,
Esos pasos una vez amados por la primavera.
Aquel caminante levanta la mirada,
Admira las estrellas, brillan sus ojos,
Y aun con un paso atrás, el estupor lo inunda,
Su pecho se calienta, son los bolsillos de su saco,
Son los besos que una vez guardo en ellos,
La memoria de un desnudo que ahora lo éxita,
Y la ansiedad de estar frente a tu puerta.
Y pregunta el caminante:
-¿Abrirás la puerta?-
-He acecinado mis pasos-
-Y los he enterrado en tumbas en el cielo-
-Los levante sobre los vientos de primavera-
Ahora el caminante memorable,
Busca ser recordado por tu memoria,
Los besos guardados revivir quieren,
Y el desnudo protegido, quiere retornar.
Ahora el caminante,
Soñador empedernido,
Sueña con hacer parte de tus sueños,
Y cuentes esta historia a tus hijos,
De cuando su padre se puso frente a tu puerta,
Ahora el caminante, sueña unirse,
Con esa persona que lo enseño a caminar.
Porque igual que el hombre es polvo,
Y vuelve a la tierra,
El caminante es vida, y vuelve a ti.
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