Y no estás… no te veré tampoco,
Despertar desnuda sobre mi cuerpo,
Caminar, mientras dices que me amas,
Verme con esos grandes ojos al desayunar.
No te veré, no besaré,
Tus labios gruesos antes de dormir,
Tus labios gruesos al bañarnos juntos,
Tus pecas castañas al despertar.
Y no estarás allí cuando me valla,
Despidiéndome con un beso,
Con una mirada enamorada de la mía,
Con un abraso rogándome que no parta,
Con la puerta de tu casa despidiendo mi olor;
Y no estaré allí cuando despiertes,
Cuando tengas pesadillas para abrasarte,
Al tocar el cielo para bajarme una estrella.
No estaremos allí,
Cuando el uno cocine para el otro,
Esperando con ansia la aprobación del otro;
No estaremos, no nos veremos,
Para decirle al otro con una caricia
En el rostro, acompasada por la noche,
Que nos amamos, nos deseamos, admiramos;
Y no estaremos, para callar los temores del otro,
Ya nada será, nada será contado.
Pero, antes de cegarme y callar el corazón,
Primero me refugiaré en mi memoria,
Para que todo vuelva a ser,
Para volver a besar tus labios al despertar,
Para poderte ver despidiéndome,
Seré en los sueños,
Otra vez despedido,
Con la esperanza de volver;
Besado con amor al bañarme;
Tocado al despertar, por tus pecas hermosas;
Otra vez admirador de tu cuerpo desnudo;
Amante de tus labios antes de dormir.
Antes de callar el corazón para siempre,
Seré en ti una vez más,
Por lo menos, a través de mis recuerdos,
Aunque tu quizás,
Ya tengas esos recuerdos guardados…
En un cajón sin cerrojo,
Olvidado en algún rincón de tu vida.
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