Aun recuerdo aquel día,
En que desconocía quién eras,
Caminabas hacia mi vida,
Parecía que supieras que entrarías…
Y nunca más saldrías.
Te aproximaste, me tocaste,
Con tu sonrisa acariciaste lo intocable,
Entonces ame lo innombrable,
Y abriste la puerta de mi alma,
Entraste al brillo de mis ojos, y me amaste;
Finalmente, decidiste nunca salir de allí,
Y fundirte conmigo, y yo contigo.
Aun recuerdo, cómo me viste,
Con aquellos ojos negros,
Hoy cubiertos por anteojos,
Pero igual de brillantes por el amor;
Llegaste a mi vida,
Tocaste la puerta con clamor,
Y entraste derrumbando muros
Con latidos de pasión y deseo.
Llegaste, aun lo recuerdo,
Y nunca más partiste,
Regaste pétalos sobre mis lamentos,
Entraste, para nunca más partir,
Y dormir en mi interior,
Usando mi alma como cama,
Espíritu como cobija,
Amor como refugio.
Entraste en mi vida,
Y de ella, nunca saliste,
Así me pediste que sucediera,
Y yo suplique al cielo porque
Así pasara.
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