Ahora que no estás,
Las lágrimas se han secado,
Mis latidos han mermado,
Y la pasión está marchita.
Pero te busco en el espacio,
Que en mi cama solías ocupar,
Abraso el aire y lloro porque no estás,
Mis abrazos lamentan tu ausencia,
Como las nubes tempestuosas,
Ante un ángel que ha muerto;
Te extraño, eso dice mi espíritu,
Mi alma lo asegura y mi razón no lo acepta.
Cae la lluvia y yo con ella,
Llorando, aquello que se desvanece
Entre las gotas que se mesclan,
Con mis lágrimas y penas;
Tu recuerdo está intacto,
Para cuidarlo, te pienso a diario,
Te nombro en el vacío,
Aunque digan que he enloquecido,
Y mi mente quizás lo asegure,
Ahora demente frente a tu ausencia.
Suenan las campanas de las iglesias,
Con ellas descubro que el día inicia,
Pero no estás,
Vuelvo a intentar dormir,
Tratando encontrarte en mis sueños,
¡Pero ya no estás!,
Abraso el aire en mi cama,
Y lloro tu ausencia en mi vida,
Aunque hace mucho,
Te la hubieres llevado.
La madrugada es fría,
Mucho más sin ti,
Me abriga tu ausencia,
Y el lamento que se torna oración,
Implorando una vez más poder,
Volar cometas de colores,
Bautizadas con nuestros nombres,
Imploro poder una vez más,
Decir que te amo,
Rosando tus pecas con mis besos,
Y descansando a tu lado.
Pero gracias, la vida me enseña,
Que vivir significa amar y llorar,
Añorar y lamentar, extrañar.
Por hacerme vivir, gracias,
Aunque eso signifique dolor.